Helechos y abedules sobre el verde pasto

El humo de tus palabras enhebrando una aguja La canciones que dedicaste en otra habitación   El cantar de gesta de tus otras historias La suma y resta de otra ecuación  La sonrisa ingenua que vendiste en otra burbuja  Las mentiras más allá del gasoil y estación  Tu pupilas que entre pueriles y adulatorias sonaban a una rumba y tenían su guión Ventila los pulmones de tu cuarto  Que con Zen saben a ceniza  Y pudren cualquier relicario Sé vástaga de la inhalación de tu reparto Que si en mi trinchera la voz se iza  Se aporta fin a tu ideario 

 No suelen gustarme los tragos amargos y he bebido en más de una ocasión de ellos. Como la obscuridad, penetraron en mis entrañas. Ya se han volatilizado como inanes recuerdos.  Ahora, a casi mis 40, todo tiene otro cariz y otra vertiente. Prefiero una sonrisa sempiterna, dudas que no den lugar al titubeo, cervezas sin dolores de cabeza y puntos cardinales de esos que arriesgan. Un Júpiter y Venus juntos sobre el cielo y no palabras desde la tierra que no lleven a ninguna parte. Priorizo el : ¡vamos!, el ¿te apetece? y el brillo de unos ojos frente a frente. Hay pasos que van deprisa pero no entienden de "R" ni de marcha atrás. También, los labios son efímeros y los besos fugaces. Intrépidas y breves historias deleitables en donde hasta a el mar se le acaban las olas. A fin de cuentas, ¿quién no ha sobrevivido a una tormenta o a un buen resacón?.