Elocuentes derrotas



Caminé hacia ese elocuente paraíso del amparo., en donde las miradas dibujaban líneas rotas y las palabras brotaban en vuelo. Una de tantas paralelas causales; una de tantas líneas  que ya habría cruzado. Sin embargo , me paré.

No existía la prisa en sus labios
 y desventurando sus pasos ;
se adoquinaban en el querer.

 Me excusó un encuentro con sabor a despedida.

Son dulces aquellas derrotas,
que ciegan y amansan


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