QUÉ IMPORTA

Un viaje, en el que avispas negras revoloteaban por la cabeza, la cerveza sabía a agua, ciudad sin sombras y frente a lo desconocido conducíamos con carne en la mano y sin ganas de regresar a casa. Aquellos, los de entonces, no "tenían miedo a leyes ni a nostalgias". Mis mejores compañeros de viaje e inseparables fueron los mosquitos (puede observarse en la fotografía), perdí la cuenta de las picaduras y desde entonces empezaron las alergías.

QUÉ IMPORTA

¿Qué importa que te escondas?, si el absoluto nunca me da la razón, y no te encuentro. ¿Qué importa que mis ojos te palpen?, si en la omnipotencia del descuido al detalle eres invisible. ¿Qué importa que no existas?, si cuando en el estar o hallarse real o verdadero todo es infinito. Tengo la voz áspera del silencio y la boca muda de hablar con tanta gente.Tengo la garganta quebrada de balbucear contigo y tengo la mano débil al tocarte. Nuestra mente es la ciudadanía del abandono y la vida es parte del aprendizaje de la supervivencia.Ya no insisto en el lenguaje de la sabiduría, en lo cotidiano del placer, en buscar una noche para el día. Ya no hablo cuando me callo ni río cuando lloro. Ya no silencio el llanto en dobles lágrimas, solamente las decoro. No subo el siguiente escalón, no rebaso el último peldaño, no grito de sol a sol que tal vez todo sea un simple desengaño. Y caminaremos hacia otra realidad, la tuya, la mía, la nuestra, la propia de cada uno, donde nada vale todo y todo vale nada. Dónde despierte cada día sin ninguna cama en donde dormir, donde sueñe cada noche que nunca estuve allí. He visitado lugares románticos, exóticos, gélidos, aburridos, cálidos, divertidos; He tirado mi último suspiro en la bella ciudad de Venecia, me he enamorado en París y he pernoctado en Roma, pero ¿qué importa que te escondas?,si nunca te encuentro. He crecido degustando el buen vino y he amado a una única ciudad, me he perdido tanto en el tiempo...que ha comenzado la cuenta atrás.

Sólo he sido una viajera en el andamiaje de la vida perseguida por su propia sombra, que hablaba de noche y de día dormía. Sólo soy una entre tantos habitantes que ha ido descubriendo veredas que no siempre llegan a Roma, Algeciras o Bagdad. Aún así querido amigo, querida amiga, no dejen de caminar cuando sus pies se hundan, no dejen de navegar cuando su barco naufrague, no dejen de hablar cuando se queden sin voz, no dejen de olvidar cuando recuerden al olvido y piensen aunque sea por un instante, que existió.

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