INOCENCIA ANGELICAL

Los dos más peques de la familia, la princesa "ALBA", y el gugu "ERMO". Por sus besos y sus sonrisas, por sus juegos, por su imaginación inocente y por su punto picaresco y dulce tan tierno de su infancia. A ellos, que nos regalan de manera altruista y sin pensárselo, abrazos, sonrisas y mucho amor. Cómo no iba a quererlos,"la tita kiki" o "la tita loca", os admira porque soy otra niña cuando estoy a su lado.
¿DÓNDE QUEDA LA INOCENCIA ANGELICAL?

Los niños nacen como diría Locke, con la "tabula rasa", es decir, con la mente en blanco. A día de hoy, podríamos rebatir quizá con argumentos o con falacias la certeza o duda de que todo es fruto del aprendizaje y las ideas se forman a partir de los órganos de los sentidos. Locke estaba seguro y afirmaba que "Cuando un niño puede verse a sí mismo desde fuera, como si fuese otra persona y puede hablar en tercera persona de sí mismo, ahí empieza el pensamiento humano". Refutando todo lo relacionado con el innatismo. Pero, mi interés no está aquí en entra a formar parte de un debate de muchos años y de diversas teorías de índole, psicológica, científica, filosófica, etc. Mi predilección y atractivo viene determinado por la siguiente cuestión ¿Hemos sido niños alguna vez?.


Sí, si lo fuimos, faltos de reflejos, rodeados continuamente de gente que nos aportaba protección ( en ocasiones excesiva),y mirando incesantemente cada cosa que ocurría, con esos ojos abiertos como dos soles, porque casi todo era nuevo para nosotros. Carecíamos de ciertas facultades que íbamos adquiriendo y la única preocupación por aquel entonces era no tener a "los papis" cerca o perderlos de vista con esa sensación de ahogo cuando faltaban de nuestro lado. Llorábamos cuando teníamos hambre, manchábamos los pañales o teníamos sueño. Pero lo más curioso, de nosotros, de esas pequeñas criaturas que éramos, es que continuamente manteníamos una sonrisa en la boca, por cosas que hoy han perdido su significado.


Y sí, si fuimos niños pero hoy hemos crecido y ha perecido el niño aquel a manos del olvido. En vez de construir palacios con la pala y el rastrillo estamos secando la arena de las lágrimas y empañando besos. Las palabras son sólo un sutil lenguaje que no atiende a razones, porque ya no hay rabietas, en el dormitorio de los sentimientos. Aquel niño siempre soñaría con ser el ganador aunque el amanecer oscureciese sus sueños, e intentaría que las estrellas aprendieran a bailar.


Antes sólo vivíamos en el presente pero hoy, hoy hemos cogido el billete de ida y vuelta, que apresuradamente viaja en el andén del pasado, presente y futuro. ¿Qué haría ese niño montado en ese tren?...Posiblemente con sus juegos de azar, se limpiaría los mocos con la manga de su camiseta y sus soldaditos de plomo batallarían a favor del tiempo, a lomos de la imaginación y de la inocencia. La respuesta es más sencilla, sus ojos siempre están expectantes ante lo novedoso y no se rinden, continúan caminando en ese afán de aprendizaje continuo.

Qué bonito es el primer beso, la primera puesta de sol, las miradas con lágrimas en los ojos, el primer juguete de aquel entonces, ese patio de recreo que parecía inmenso, y que pequeño se ve ahora. Al privatizar y dejar a un lado esa inocencia tan angelical, a ese niño que aún está dentro de nosotros, las metas, las emociones, las motivaciones han llegado a veces a convertirse en un sin sentido o en un generador de conflictos, sólo por la estupidez del crecimiento humano y las reglas de la sociedad.


Inútiles son las palabras que no hallan oídos que las entiendan,. Y sí, si fuimos niños alguna vez, deshojando margaritas, acariciando notas musicales, oyendo el silbido de los pájaros...Los años pasan, las almas envejecen, esto es innegable,  pero aquel niño puede subyacer a todo y en cada etapa de nuestra vida. FUIMOS Y SEREMOS NIÑOS.




P.D.-  VICTORIA SOLER NIETO, LA NIÑA DE INNATISMO CORDOBÉS Y RUTINAS MALAGUEÑAS
 









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